11 de Octubre 2015
Acumulación. Esta es la palabrita que los devotos y sumisos seguidores del progresismo latinoamericano parecen haber olvidado. O al menos expulsado de su léxico. Seguramente porque les obliga a enfrentarse con los demonios de la realidad, algo que, se nota, no tienen ninguna gana de hacer. Más cómodas resultan la retórica y la publicidad.
La acumulación es la esencia, el leit-motiv, el alma, la razón de ser del capitalismo. Como categoría económica fue desarrollada mucho antes de que Marx le revirtiera su sentido. Según él, el amontonamiento de riqueza (porque eso es la acumulación) no era la base de la prosperidad y felicidad de la sociedad, como sostenían los economistas clásicos, sino la causa del empobrecimiento progresivo de los trabajadores. Porque ese proceso no se basa en la producción sino en la explotación del trabajo. Y luchar contra la explotación implica, entre otros puntos, ponerle…
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EN POCAS PALABRAS 
El discurso de la derecha y de sus medios privados, disque “independientes”, en contra de los gobiernos latinoamericanos que no son del pro-USA Pacto del Pacífico, se basa principalmente en acusaciones de corrupción, acusaciones que bordean el golpismo, intentando crear las condiciones subjetivas de un posible golpe (cuando por la via electoral no consiguen lo que desean).
Y por supuesto, no están hablando de la corrupción del sector privado, la de los bancos y de las grandes empresas, de las multinacionales, y mucho menos de la corrupción del país más corrupto del planeta (que también es el país más privatizado del planeta), que viene con sus dineros de la NED, la USAID, becas Guggenheim y Fulbright, sus ONG, etc. para ensuciar a un grupo selecto de instituciónes y personas en Ecuador.
Se ve que el joven “pirómano” anti-imperialista de antaño se ha transformado en un viejo bombero que se burla del imperialism supuestamente “abstracto” y maneja muy mal un concepto, acumulación, que seguramente el joven “pirómano” entendía mucho mejor.
Y, tristemente, en este artículo se nota como demasiado obvio el odio visceral, y talvez personal, de aquel desafortunado (para los ecuatorianos) sector microscópico y endogámico: la auto-proclamada intelectualidad ecuatoriana.
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Hola, gracias por tu comentario. El principal problema de los gobiernos del Socialismo del Siglo XXI no es la corrupción, eso es endémico a todos los gobiernos en mayor o menor grado y de todas las latitudes y tendencias ideológicas. El principal problema de estos gobiernos mal llamados progresistas es la ausencia de democracia, la anulación de la existencia democráctica al interior de la estructura del estado y la supresión de derechos individuales, amén de que su propuesta económica no es sustentable, tal y como lo evidencia Venezuela y Cuba. La voluntad de salir de este tipo de gobiernos es mayoritaria en todos los países en los que se ha logrado instalar y las urnas, cuando no hay fraude lo ahn demostrado: Venezuela, Bolivia (rechazó el plebisicito para la prórroga del mandato de Evo), Ecuador, Brasil, Argentina… ese modelo tuvo su oportunidad y demostraron ser peores que las trágicas propuestas neoliberales. Veremos en el próximo lustro qué sucede en nuestra siempre candente latinoamérica. Saludos,
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